Nos quieren silenciar, y nosotras gestando futuro

Es el año 2021 y las mujeres seguimos jodí’as por la sociedad. Nos violan, nos matan, nos criminalizan, nos empobrecen, nos discriminan, nos menosprecian… En cualquier momento, nos podemos convertir en un inconveniente, y sacarnos del camino silenciosamente suele ser su estrategia elegida. 

Para muchas personas, seguimos valiendo poco. Y, en medio de una pandemia, era de esperarse que fuésemos nosotras quienes diéramos la cara por nuestras comunidades, desde la expertise que sea: desde dar alimento, hasta educar en ciencias. 

Pero, la dura realidad con la que tiene que bregar el macharrán es que las mujeres somos quienes hacemos el mundo dar vueltas; y, cuando nosotras paramos, todo para. 

Piénsalo. 

Imagínate cuando una jefa de familia se enferma de un inofensivo catarro o hasta de un retante cáncer, entre otras condiciones que aquejan a nuestras mujeres. La casa se paraliza. El ritmo se pierde; la base tambalea. Sea por unos días, por unos años, o por siempre; cuando una mujer cae, caemos todes. 

Aún así, hay personas que no toleran la idea de ser lideradas por una mujer porque creen que “la prevalencia del varón” es más beneficioso para la sociedad, para el éxito. Una persona machista es una persona que ha aceptado el estatus quo establecido por una sociedad imperialista, que en sí es patriarcal, capitalista y misógina. Para esta sociedad, las mujeres tenemos un rol y moldes específicos de cómo debemos actuar. Y les incomoda cuando salimos de ese molde. 

Les incomoda al punto de matar. 

Hace mucho, las mujeres aprendimos que quienes no están con nosotras le temen a lo que podemos lograr. Le temen a que las mujeres realicemos nuestro potencial. Porque, con lo poco que hemos tenido, hemos hecho escantes. Porque las mujeres, cuando llegamos a un espacio que nos rechaza, pisamos f u e r t e. 

Nuestras líderes comunitarias siempre han sido primeras respondedoras, y, cuando le ponemos herramientas en las manos, hacen cosas grandiosas por sus comunidades y más allá. La organización feminista Taller Salud lleva 40 años educando mujeres sobre sus derechos reproductivos y derechos humanos para todes. Están capacitando mujeres en Loíza y Vieques a ser promotoras de salud en sus comunidades. 

Las mujeres políticas feministas acogen luchas y consistentemente toman acciones por comunidades olvidadas. La senadora Ana Irma Rivera Lassen, además de haber sido la primera mujer en presidir el Colegio de Abogados y Abogadas, ahora preside la Comisión de Derechos Humanos y Laborales, y lidera la lucha para eliminar las tan absurdamente retrógradas terapias de conversión. Mientras, la veterana independentista María de Lourdes Santiago radicó el Proyecto del Senado 92, que exige que “a partir del primero de julio de 2021, toda persona que sea reclutada por el Departamento de Educación de Puerto Rico, el Departamento de Corrección y Rehabilitación y la Administración de Instituciones Juveniles, para ocupar una plaza de maestra(o) en una jornada a tiempo completo será compensada con un salario básico de cuatro mil (4,000) dólares mensuales”. Además, lidera el impulso de política pública sobre el medio ambiente con seis proyectos radicados que piden designar reservas naturales alrededor del país.

Las mujeres activistas son el corazón de nuestros barrios y comunidades. Bombean vida a los reclamos “de siempre”, pero más relevantes que nunca. Como lo hace la Colectiva Feminista en Construcción, quienes desde el 2019 se posicionaron como el grupo activista de mayor impacto en nuestra cultura popular y movimiento colectivo, y a quienes les debemos la declaración de Estado de Emergencia por Violencia de Género (obviamente apoyado por feministas en la Legislatura). 

Y, nuestras mujeres en espacios académicos… qué mucho han dado por nosotras. Son la raíz del movimiento feminista en Puerto Rico. Líderes como Mayra Santos Febres, quien dio rostro al esfuerzo victorioso de establecer en la Universidad de Puerto Rico un programa de Estudios de Afrodescendencia y Racialidad, y grupos como el Colectivo Ilé y su sostenida lucha porque se reconozca el racismo en Puerto Rico como lo que es, una crisis que solo se erradica mirándola bien fijamente a los ojos, con educación y acción.

Las mujeres feministas, cuando salen a la calle y gritan, cuando gestan, desde donde sea, lo hacen por todes. Y eso da para activos culturales y financieros. El machismo, como el racismo y la xenofobia, realmente no son buen negocio, capitalista insaciable. 

Con el futuro en hombros de mujer, estaremos bien.

E.  

Anterior
Anterior

Guía Comunitaria: ¿Cómo decido si uso mascarilla o no?

Siguiente
Siguiente

La incomodidad de lo correcto